lunes, 24 de febrero de 2020

Que pase el que sigue

-Por favor Polibio ¿te fijarías cuántos quedan en sala?, ¡estoy muerto!
-Solo uno, doctor; pero... es de los "semi".
-Ay ¡por todos los dioses del Olimpo! Entonces sírveme una copita de néctar, antes de hacerlo pasar. ¿Cómo hace uno para lidiar con un semidiós?
Se creen inmortales y de pronto le tocás el punto débil ¡y se te muere como cualquier hijo de vecino!
 -¡Que pase el que sigue! -llama el enfermero, mientras retira (discreto) la copa vacía del escritorio.
-Tome asiento, amigo -dice el doctor mirando la ficha- ¿Así que usted es "el de los pies ligeros",  qué le anda pasando?
-Es mi pie izquierdo, doctor: cada tanto siento un pinchazo en el talón.
-Veamos... ¿Está descansando bien? ¿No se habrá pasado con la ambrosía?
-No doctor; ya escarmenté una vez que casi no me pude subir al caballo. Como todos saben soy guerrero de profesión.
-Bien, bien. Permítame hacerle unas preguntas antes de recurrir a la sangría; en todo caso las sanguijuelas me resultan bastante repulsivas. Cuénteme: ¿cuándo fue la última vez que sintió esa punzada en el talón?
-Lo recuerdo perfectamente: fue hace una semana en casa de mi madre.
-¡Ajá!  ¿Usted la visita muy a menudo? -a su madre, digo.
-Si claro, digamos que entre guerra y guerra; así que no paso ni una semana sin ir.  Y... ahora que lo pienso bien, siempre es en su casa que siento el mencionado pinchazo.
-¡Bueno, bueno, ahí tenemos una pista!
-Perdón doctor Hipócrates ¿no quiere echar una ojeada a mi pie? -dice Aquiles mientras amaga descalzarse la sandalia.
-No m'hijo, no precisa, este asunto no tiene que ver con lo físico. Es el típico trauma relativo al orígen. Viene  desde su primera infancia, diría.
-Pero doctor, el psicoanálisis aún no ha sido inventado; mire que aún  faltan  siglos  para que nazca Freud.
-Ya sé, ya sé, pero uno tiene sus secretitos -bajando la voz- a veces consulto al oráculo de Delfos, ¡pero no lo comente! 
-Quédese tranquilo, doctor: su secreto muere conmigo. Pero, en conclusión: ¿Cuál es mi problema?
-Su debilidad es el vínculo con su madre, sin ninguna duda.
-¡Pero doctor! ¿Ese no es el complejo de Edipo? ¡Le juro que a mi, con mi madre no me pasa nada, ni Zeus permita!
-No, no, su trauma es de otra naturaleza. Acá en la ficha, se especifica que usted nació mortal -como su padre- y que su madre lo sumergió en la laguna Estigia -para que fuese inmortal como ella- ¿cierto?
-Si, ella siempre andaba refunfuñando contra los genes mortales de papá.
-¡Bien! Como todos saben esas aguas inducen  al olvido, y yo -como padre de la medicina- le aseguro que a la larga lo que mata son los recuerdos (no la humedad, como dicen algunos) .
-Entonces ¡estoy salvado!
-Espere un poquito, amigo. La cuestión es que su madre, al sumergirlo lo tomó del talón, y éste permanecío seco ¿me capta?
-¿?
- Lamentablemente, su parte débil es ESE TALÓN. Dicho de otra manera: su debilidad es el punto de contacto con su madre. ¡Dilema resuelto!
-¡Cómo resuelto, doctor! ¿No me va a recetar ninguna panacea?
-Lamentablemente para los vínculos "madre-hijos" aún no se ha inventado nada, y con el rollo ese de "las constelaciones familiares" van a empezar recién en el siglo XXI. Estamos trabajando con un elixir que haga las cosas más llevaderas... pero lo  único que hemos conseguido  es algo parecido a lo que logrará en el futuro un tal George Ballantine en Escocia;  no más. 
-¿Y entonces, doctor, qué debo hacer con respecto a mi mortal talón? 
-Solo puedo darle un consejo: ¡Haga lo que sea para zafar de la guerra de Troya! y sobre todo: ¡Aléjese de Paris!

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